LOS ANILLOS DE PIEDRA

Foto: windows2universe.org
Mucho se ha escrito sobre los anillos de piedra.
Los hay de todos los tamaños: enormes, catedralicios casi; otros, pequeños, tan modestos que se confunden con paredes de corrales antiguos.
En su interior, en el espacio que delimitan, pasan cosas...
Energías que proceden del entorno se condensan en el lugar limitado por las piedras...
¿Cómo serían antaño? Pensad que han pasado milenios...lo que vemos es tan sólo el esqueleto, la estructura de un arcano.
Ya no queda nada de las antiguas ceremonias...donde se comulgaba con lo natural, donde ardían las llamas de las hogueras solsticiales...

SOBRE LA REENCARNACION

Se dice que la Antigua Tradición confirma la reencarnación. No es cierto.
No volvemos a nacer, una y mil veces, hasta completar ningún ciclo de crecimento personal.
Lo que pasa es que la energía que somos no se crea ni se destruye, se transforma en otra cosa.
Pero no existe la reencarnación como vuelta a nacer en otra envoltura carnal. Eso es lo que le gustaría a la mayoría de personas...vivir sin fin, una y otra vez, siendo cada vez más sabios. Pero es absurdo. En un mundo en contínua evolución, lo que hemos aprendido en otra vida no serviría de nada. Y respecto al bagaje personal...tampoco. Vemos cómo los mil avatares de la vida nos sorprenden contínuamente...así que no, no recordamos nada, porque no hay nada que recordar.
La Vida es una, valiosa, ahora, y en ello está su grandeza.

SAMHEIN, EL VELO ENTRE MUNDOS

 Imagen: hecatedemeter.wordpress.com
La noche de Samhein en el culto druida corresponde a nuestra noche de Todos los Santos. En estos días, los velos entre los mundos son más tenues; podemos establecer comunicación con los espíritus de los que han muerto. Las horas más propicias son un poco antes del amanecer y del anochecer. En esos momentos, las energías de la Tierra comulgan con las del Cielo y se establecen puentes, abiertos para los más sensibles.
Antaño se celebraba la noche de Samhein con fuegos, grandes hogueras alrededor de los círculos de piedra. No era una noche triste, sino de recogimiento y percepción.